viernes, 27 de febrero de 2009

Hollywood dobla una rodilla


Espero impaciente el 20 de marzo que es cuando está previsto estrenarse en España el film Slumdog Millionaire, la triunfadora película de los Oscar 2009. Siempre han existido en América montañas inamovibles; un ejemplo: la NBA, liga donde nadie que no fuera americano podía triunfar, esto ha cambiado y si no que se lo pregunten a los españoles. Otra montaña inaccesible para cualquier película rodada fuera de la meca del cine era obtener la estatuilla a la mejor película, siempre que no fuera el Oscar a la película extranjera, feo estaría. Estos americanos siempre han pensado que más allá de sus fronteras no existe el cine, que sin millonarios presupuestos no hay creatividad, que el cine es solo matemático una suma de estrellas en los créditos, efectos especiales, dinamismo, marketing y luego hacer caja.
América ha tenido que doblar la rodilla ante una producción extranjera la película Slumdog Millionaire, de presupuesto ínfimo, con un reparto de verdaderos desconocidos y un escenario tan poco habitual como es la India para los yanquis. Estoy completamente seguro que esto solo será el inicio de un nuevo periodo donde se empezará a valorar verdaderamente la creatividad de los fims, el trasfondo de la historia, el leguaje narrativo del director y otros aspectos como es la atmósfera y la fotografía. No podemos seguir siempre viviendo el artificio cinematográfico americano. De momento nos tenemos que conformar con el
trailer de la película donde vislumbramos un colorido y una atmósfera intensa, una estética cinematográfica poco habitual y escenarios atrayentes. El guión como en cualquier película ya estaba escrito, un don nadie —un ‘underdog’ en inglés, de ahí el nombre del filme— que tras pasar muchas penurias, logra ser feliz. De la noche al día se convierte en el millonario más famoso de la India tras concursar en '¿Quién quiere ser millonario? una variante de todo guión filmado hasta ahora, pero desde una ótica diferente. Con este guión es lógico que nadie apostara por ella, era poco vendible, a mí no se me hubiera ocurrido con estas referencias gastarme 10 euros y mi tiempo en visionar esta película, pero el boca a boca han hecho que la película se haya ido abriendo paso y que se llevase 10 nominaciones y 8 Oscar. Slumdog Millionaire ha coronado Hollywood abriendo un nuevo escenario para el cine europeo y mundial, un primer paso para que se enteren los yanquis que también existe un interesante e ignorado cine independiente que respira en muchos casos mucha calidad y ofrece cine “no matemático”.

Crítica: Francisco Concepción

Hollywood dobla una rodilla


Espero impaciente el 20 de marzo que es cuando está previsto estrenarse en España el film Slumdog Millionaire, la triunfadora película de los Oscar 2009. Siempre han existido en América montañas inamovibles; un ejemplo: la NBA, liga donde nadie que no fuera americano podía triunfar, esto ha cambiado y si no que se lo pregunten a los españoles. Otra montaña inaccesible para cualquier película rodada fuera de la meca del cine era obtener la estatuilla a la mejor película, siempre que no fuera el Oscar a la película extranjera, feo estaría. Estos americanos siempre han pensado que más allá de sus fronteras no existe el cine, que sin millonarios presupuestos no hay creatividad, que el cine es solo matemático una suma de estrellas en los créditos, efectos especiales, dinamismo, marketing y luego hacer caja.
América ha tenido que doblar la rodilla ante una producción extranjera la película Slumdog Millionaire, de presupuesto ínfimo, con un reparto de verdaderos desconocidos y un escenario tan poco habitual como es la India para los yanquis. Estoy completamente seguro que esto solo será el inicio de un nuevo periodo donde se empezará a valorar verdaderamente la creatividad de los fims, el trasfondo de la historia, el leguaje narrativo del director y otros aspectos como es la atmósfera y la fotografía. No podemos seguir siempre viviendo el artificio cinematográfico americano. De momento nos tenemos que conformar con el
trailer de la película donde vislumbramos un colorido y una atmósfera intensa, una estética cinematográfica poco habitual y escenarios atrayentes. El guión como en cualquier película ya estaba escrito, un don nadie —un ‘underdog’ en inglés, de ahí el nombre del filme— que tras pasar muchas penurias, logra ser feliz. De la noche al día se convierte en el millonario más famoso de la India tras concursar en '¿Quién quiere ser millonario? una variante de todo guión filmado hasta ahora, pero desde una ótica diferente. Con este guión es lógico que nadie apostara por ella, era poco vendible, a mí no se me hubiera ocurrido con estas referencias gastarme 10 euros y mi tiempo en visionar esta película, pero el boca a boca han hecho que la película se haya ido abriendo paso y que se llevase 10 nominaciones y 8 Oscar. Slumdog Millionaire ha coronado Hollywood abriendo un nuevo escenario para el cine europeo y mundial, un primer paso para que se enteren los yanquis que también existe un interesante e ignorado cine independiente que respira en muchos casos mucha calidad y ofrece cine “no matemático”.

Crítica: Francisco Concepción

Bastardo Iconoclasta (fragmento)


Sé que puedo sacarle las tripas a esta ciudad. Acabo de darme cuenta gracias al tipo gordo y sucio, a este saco de mierda que está tumbado a mis pies...


(...) Estaba sentado en la terraza de un café y casi todo era perfecto. Nunca espero oír de mí que algo es perfecto, nunca. Sol suave, brisa justa y cerveza fría. Leía sin prisas y mi adictivo Ipod soltaba de manera aleatoria la música que necesitaba; todo iba bien hasta que unos padres tipejos llegaron con su insoportable niño y sus bocas abiertas que masticaban sin compasión, sin educación, sin vergüenza; sentí asco (...)

texto: J Ramallo

Bastardo Iconoclasta (fragmento)


Sé que puedo sacarle las tripas a esta ciudad. Acabo de darme cuenta gracias al tipo gordo y sucio, a este saco de mierda que está tumbado a mis pies...


(...) Estaba sentado en la terraza de un café y casi todo era perfecto. Nunca espero oír de mí que algo es perfecto, nunca. Sol suave, brisa justa y cerveza fría. Leía sin prisas y mi adictivo Ipod soltaba de manera aleatoria la música que necesitaba; todo iba bien hasta que unos padres tipejos llegaron con su insoportable niño y sus bocas abiertas que masticaban sin compasión, sin educación, sin vergüenza; sentí asco (...)

texto: J Ramallo

miércoles, 25 de febrero de 2009

Lucky Doom Luke

Dicen que las mejores decisiones son difíciles de explicar.
Puede que sea mi caso.
No sé por qué elegí venir a esta ciudad de perros y polvo ni por qué me dejé tentar por las fantasías de oro y mujeres del Loco McGregor ni cuándo decidí apostar mi vida en las timbas sucias de la trastienda.
Lo perdí todo, como tantos, luchando en el bando equivocado: dinero, amigos, esposa, salud, esperanza.
Derrotado, humillado, muerto de hambre, comido de piojos y suplicando por mi vida a ese Dios que no me escuchó, contemplé cómo nuestro ejército se rendía, cómo capitulaba nuestro orgullo.
Me hubiera vendido al mismísimo Satanás por una botella de whiski y una mujer que me calentara la cama, al menos por una noche. Vagué de pueblo en pueblo, robé, mendigué y trabajé en ranchos desahuciados hasta que conocí al Loco McGregor.
Dicen que se ganó la fama de loco porque aseguraba que podía ver a través de su cuenca vacía, y yo puedo atestiguar que lo vi correr como alma que lleva el diablo, con el ojo bueno vendado, esquivando las balas de la cuadrilla del sheriff de Doom City y sorteando a los viandantes. Aunque tal vez fuera el whiski el que me hizo verlo.
Pero eso es otra historia.
El Loco McGregor se fijó en mí.
- Sabes cómo empuñar un arma, hijo –me repetía, y sus palabras salían escupidas, como la saliva de tabaco que proyectaba por entre los dientes carcomidos, y me manchaban de sueños.
Asaltar un banco en un pueblo roñoso no debía ser difícil, el Loco me contaba sus hazañas y me emborrachaba de whiski y fantasías.
- Estos yanquis no tienen ni idea. Entramos, pegamos cuatro tiros y nos vamos. Tú nos cubres las espaldas, muchacho.

Todo parecía tan sencillo. El sheriff ya estaba borracho antes de que el sol llegara al mediodía, el funcionario del banco, un pusilánime de pelo engominado, sólo necesitaba una mirada desde la cuenca vacía de McGregor para quedarse paralizado tras su rejita de cartón piedra, las calles estaban casi desiertas, apenas dos o tres mujeres apresurándose por llegar a sus casas.
Todo parecía muy sencillo, pero algo fallaba. Los pelillos de la nuca me lo decían. Demasiada calma.
Montado en mi caballo, husmeaba el aire denso. Ni un ruido, ni una voz, ni el más mínimo movimiento.
Todo va bien, me decía, ya salen, ya van a salir.
El dedo se me impacientaba sobre el gatillo y la cara me picaba por el sudor.
Todo va bien.
Un disparo.
Vi aparecer la bota de piel de serpiente de Joe Silverman por el quicio de la puerta y el cañón de su rifle.
No lo pensé. Disparé uno, dos disparos, y Joe Silverman saltó al polvo de la calle envuelto en sangre y gritos de sorpresa. La muerte siempre nos sorprende.
Y piqué espuelas. Giré, disparando sin objetivo a los ayudantes del sheriff que aparecieron sobre los tejados, cubriéndome en mi huida y abandoné Doom City y sus perros y sus putas y sus promesas de oro.

Siempre que me emborracho me acuerdo del Loco McGregor. Ese día no pudo ver con su cuenca vacía la traición de Silverman, pero creo que yo la oí.

Texto: Ana Joyanes

Lucky Doom Luke

Dicen que las mejores decisiones son difíciles de explicar.
Puede que sea mi caso.
No sé por qué elegí venir a esta ciudad de perros y polvo ni por qué me dejé tentar por las fantasías de oro y mujeres del Loco McGregor ni cuándo decidí apostar mi vida en las timbas sucias de la trastienda.
Lo perdí todo, como tantos, luchando en el bando equivocado: dinero, amigos, esposa, salud, esperanza.
Derrotado, humillado, muerto de hambre, comido de piojos y suplicando por mi vida a ese Dios que no me escuchó, contemplé cómo nuestro ejército se rendía, cómo capitulaba nuestro orgullo.
Me hubiera vendido al mismísimo Satanás por una botella de whiski y una mujer que me calentara la cama, al menos por una noche. Vagué de pueblo en pueblo, robé, mendigué y trabajé en ranchos desahuciados hasta que conocí al Loco McGregor.
Dicen que se ganó la fama de loco porque aseguraba que podía ver a través de su cuenca vacía, y yo puedo atestiguar que lo vi correr como alma que lleva el diablo, con el ojo bueno vendado, esquivando las balas de la cuadrilla del sheriff de Doom City y sorteando a los viandantes. Aunque tal vez fuera el whiski el que me hizo verlo.
Pero eso es otra historia.
El Loco McGregor se fijó en mí.
- Sabes cómo empuñar un arma, hijo –me repetía, y sus palabras salían escupidas, como la saliva de tabaco que proyectaba por entre los dientes carcomidos, y me manchaban de sueños.
Asaltar un banco en un pueblo roñoso no debía ser difícil, el Loco me contaba sus hazañas y me emborrachaba de whiski y fantasías.
- Estos yanquis no tienen ni idea. Entramos, pegamos cuatro tiros y nos vamos. Tú nos cubres las espaldas, muchacho.

Todo parecía tan sencillo. El sheriff ya estaba borracho antes de que el sol llegara al mediodía, el funcionario del banco, un pusilánime de pelo engominado, sólo necesitaba una mirada desde la cuenca vacía de McGregor para quedarse paralizado tras su rejita de cartón piedra, las calles estaban casi desiertas, apenas dos o tres mujeres apresurándose por llegar a sus casas.
Todo parecía muy sencillo, pero algo fallaba. Los pelillos de la nuca me lo decían. Demasiada calma.
Montado en mi caballo, husmeaba el aire denso. Ni un ruido, ni una voz, ni el más mínimo movimiento.
Todo va bien, me decía, ya salen, ya van a salir.
El dedo se me impacientaba sobre el gatillo y la cara me picaba por el sudor.
Todo va bien.
Un disparo.
Vi aparecer la bota de piel de serpiente de Joe Silverman por el quicio de la puerta y el cañón de su rifle.
No lo pensé. Disparé uno, dos disparos, y Joe Silverman saltó al polvo de la calle envuelto en sangre y gritos de sorpresa. La muerte siempre nos sorprende.
Y piqué espuelas. Giré, disparando sin objetivo a los ayudantes del sheriff que aparecieron sobre los tejados, cubriéndome en mi huida y abandoné Doom City y sus perros y sus putas y sus promesas de oro.

Siempre que me emborracho me acuerdo del Loco McGregor. Ese día no pudo ver con su cuenca vacía la traición de Silverman, pero creo que yo la oí.

Texto: Ana Joyanes

La konkista de Canarias en Tegueste

Aún estamos a tiempo.

La nueva obra del grupo Delirium Teatro, La konkista de Canarias, se representará mañana jueves, 26 de febrero, en Tegueste, en el Teatro Príncipe Felipe a las 20.30 h.

Disfrútenla.

La konkista de Canarias en Tegueste

Aún estamos a tiempo.

La nueva obra del grupo Delirium Teatro, La konkista de Canarias, se representará mañana jueves, 26 de febrero, en Tegueste, en el Teatro Príncipe Felipe a las 20.30 h.

Disfrútenla.

domingo, 22 de febrero de 2009

Metallica's Death Magnetic

A finales de 2008 Metallica sacó su nuevo álbum, Death Magnetic, después de su polémico St. Anger, la no menos polémica salida del grupo de Jason Newsted y el video Metallica: some kind of monster.
Con este álbum regresan a la esencia de Metallica, thrash metal en estado puro, agresivo, hiriente, lleno de magníficos riffs y solos de guitarra, la voz de Hetfield dominando en medio de un volumen atronador, continuos cambios de ritmo.
Death magnetic se aproxima a lo que fuera el Black álbum, Master of Puppets o Kill’em all.
Temas como Cyanide, The Judass kiss, The unforgiven III, My apocalypse o el instrumental Suicide & redemption merecen una especial atención, sin olvidar The end of the line, que con sus estrofas sincopadas te retrotrae a la genial Sad but true del Black album, o The day that never comes y el magnífico video que la soporta.
Un álbum imprescindible para los fans de Metallica y para cualquiera que desee sentir el latigazo del thrash metal, clásico y renovado a la vez.

Crítica: Ana Joyanes

Metallica's Death Magnetic

A finales de 2008 Metallica sacó su nuevo álbum, Death Magnetic, después de su polémico St. Anger, la no menos polémica salida del grupo de Jason Newsted y el video Metallica: some kind of monster.
Con este álbum regresan a la esencia de Metallica, thrash metal en estado puro, agresivo, hiriente, lleno de magníficos riffs y solos de guitarra, la voz de Hetfield dominando en medio de un volumen atronador, continuos cambios de ritmo.
Death magnetic se aproxima a lo que fuera el Black álbum, Master of Puppets o Kill’em all.
Temas como Cyanide, The Judass kiss, The unforgiven III, My apocalypse o el instrumental Suicide & redemption merecen una especial atención, sin olvidar The end of the line, que con sus estrofas sincopadas te retrotrae a la genial Sad but true del Black album, o The day that never comes y el magnífico video que la soporta.
Un álbum imprescindible para los fans de Metallica y para cualquiera que desee sentir el latigazo del thrash metal, clásico y renovado a la vez.

Crítica: Ana Joyanes

En la oscuridad

Mónica se derrama en la oscuridad, dentro del coche estacionado.
Las luces de la calle se reflejan sobre sus mejillas empapadas, sobre el silencio que entrecorta su divagar.
A veces parece que se oculta tras su pelo de león, bajo la rabia que a veces resurge.
Pero el dolor gana la larga batalla, años de razón y búsqueda se cuelan por las cloacas de la culpa.
Mi mamá, los chicos, no sé qué me pasa, todo lo hice mal, esta violencia que no puedo controlar, esta mierda…
Sus enormes ojos de agua cuentan más que sus largas explicaciones. La tristeza antigua, eternamente renovada, la desesperanza.
Estoy repodrida…
Y llega la calma, ya no quedan lágrimas, la aceptación de que puede haber una esperanza, quién sabe.
Un abrazo inmenso, como ella, como sus emociones, lunáticas y estructuradas a un mismo tiempo.
Sus ojos se secan hasta que una nueva riada los inunde. Tal vez mañana, tal vez cuando cambie la luna o cuando una llamada de larga distancia le recuerde disputas alrededor de una mesa.
Nos vemos.

Texto: Ana Joyanes

En la oscuridad

Mónica se derrama en la oscuridad, dentro del coche estacionado.
Las luces de la calle se reflejan sobre sus mejillas empapadas, sobre el silencio que entrecorta su divagar.
A veces parece que se oculta tras su pelo de león, bajo la rabia que a veces resurge.
Pero el dolor gana la larga batalla, años de razón y búsqueda se cuelan por las cloacas de la culpa.
Mi mamá, los chicos, no sé qué me pasa, todo lo hice mal, esta violencia que no puedo controlar, esta mierda…
Sus enormes ojos de agua cuentan más que sus largas explicaciones. La tristeza antigua, eternamente renovada, la desesperanza.
Estoy repodrida…
Y llega la calma, ya no quedan lágrimas, la aceptación de que puede haber una esperanza, quién sabe.
Un abrazo inmenso, como ella, como sus emociones, lunáticas y estructuradas a un mismo tiempo.
Sus ojos se secan hasta que una nueva riada los inunde. Tal vez mañana, tal vez cuando cambie la luna o cuando una llamada de larga distancia le recuerde disputas alrededor de una mesa.
Nos vemos.

Texto: Ana Joyanes

 
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