sábado, 14 de marzo de 2009

A Michael Camilo le costó junto a la OST







Volvió el genio del piano a Tenerife, concretamente al Auditorio de Tenerife, hoy 14 de marzo de 2009, pero en un registro que no es el suyo. Michel Camilo se ha metido a componer una pieza sinfónica para su querida isla de Tenerife, pero el invento no ha salido a la altura que tiene su talento y virtuosismo. En la primera parte del programa la Orquesta Sinfónica de Tenerife ha interpretado la sinfonía Nº5 de Beethoven, pieza magistral que la sinfónica tiene muy pulida y en la que su director Lü Jia derrama toda su energía y ante la que el público se rindió. Pero el público esperaba con expectativa la primera colaboración de Michel Camilo con la Sinfónica de Tenerife y el estreno de su obra “Concierto para piano y orquesta Nº2 “Tenerife”, una pieza muy complicada de ejecución, heterogenia y con mucha percusión que descolocó a los habituales de la Sinfónica y a los seguidores de Camilo. El Público trató de digerirla, pero se les atragantaba, los aplausos entre pieza y pieza no eran los de sus otras actuaciones y tomó el mando Lü Jia con su teatralidad para ganarse al público con aspavientos, notas de agradecimiento y solicitando el aplauso para Camilo y su orquesta. Demasiaos besos y abrazos entre ellos sobre el escenario, que resultó a quien lo presenciamos en primera fila todo un “pastel” Por fin Michel dejó a la Sinfónica, se sentó frente al piano y nos hizo olvidar todo lo anterior con dos temas en su línea jazzística. Volvió la genialidad de Camilo y reconquistó en sus últimos diez minutos al público. Que triste hubiera sido que se marchara esta vez de Tenerife y nos dejara mal sabor de boca. Me cuentan que Lü Jia se tomó desde el planteamiento del concierto éste como un bolo. No nos podemos olvidar de aquello “Zapatero a tus zapatos





Foto y Crítica: Francisco Concepción



A Michael Camilo le costó junto a la OST







Volvió el genio del piano a Tenerife, concretamente al Auditorio de Tenerife, hoy 14 de marzo de 2009, pero en un registro que no es el suyo. Michel Camilo se ha metido a componer una pieza sinfónica para su querida isla de Tenerife, pero el invento no ha salido a la altura que tiene su talento y virtuosismo. En la primera parte del programa la Orquesta Sinfónica de Tenerife ha interpretado la sinfonía Nº5 de Beethoven, pieza magistral que la sinfónica tiene muy pulida y en la que su director Lü Jia derrama toda su energía y ante la que el público se rindió. Pero el público esperaba con expectativa la primera colaboración de Michel Camilo con la Sinfónica de Tenerife y el estreno de su obra “Concierto para piano y orquesta Nº2 “Tenerife”, una pieza muy complicada de ejecución, heterogenia y con mucha percusión que descolocó a los habituales de la Sinfónica y a los seguidores de Camilo. El Público trató de digerirla, pero se les atragantaba, los aplausos entre pieza y pieza no eran los de sus otras actuaciones y tomó el mando Lü Jia con su teatralidad para ganarse al público con aspavientos, notas de agradecimiento y solicitando el aplauso para Camilo y su orquesta. Demasiaos besos y abrazos entre ellos sobre el escenario, que resultó a quien lo presenciamos en primera fila todo un “pastel” Por fin Michel dejó a la Sinfónica, se sentó frente al piano y nos hizo olvidar todo lo anterior con dos temas en su línea jazzística. Volvió la genialidad de Camilo y reconquistó en sus últimos diez minutos al público. Que triste hubiera sido que se marchara esta vez de Tenerife y nos dejara mal sabor de boca. Me cuentan que Lü Jia se tomó desde el planteamiento del concierto éste como un bolo. No nos podemos olvidar de aquello “Zapatero a tus zapatos





Foto y Crítica: Francisco Concepción



miércoles, 11 de marzo de 2009

11 M



Te has muerto y todos hablan,
se mueven, respiran y hablan.

Te has muerto y quiero,
sólo quiero que se callen,
que bajen la voz y la hipocresía,
que no hagan fotos ni pongan caras,
que se marchen.

Que me dejen aquí sentado;
en silencio, sin decir nada,
como a un loco, como a un mudo,
como a un nadie.

Te has muerto y todos hablan;
se mueven, respiran y hablan.
Te has muerto eso creo,
eso creo.


Texto: J Ramallo



11 M



Te has muerto y todos hablan,
se mueven, respiran y hablan.

Te has muerto y quiero,
sólo quiero que se callen,
que bajen la voz y la hipocresía,
que no hagan fotos ni pongan caras,
que se marchen.

Que me dejen aquí sentado;
en silencio, sin decir nada,
como a un loco, como a un mudo,
como a un nadie.

Te has muerto y todos hablan;
se mueven, respiran y hablan.
Te has muerto eso creo,
eso creo.


Texto: J Ramallo



No recuerdo tu nombre

NO RECUERDO TU NOMBRE tus ojos sí, negros, vivos, que me seguían, que atravesaban mi espalda hasta hacer tambalear mis movimientos. Me quedé en tu casa invitada por tu hermana que se creía la voz de mi conciencia: me recordaba que yo tenía novio, y que tú te casarías en poco tiempo. Supongo que lo notó, que escucharía el latido de nuestros corazones cuando estábamos cerca el uno del otro, o vería como resbalaban nuestros cuerpos por las paredes del pasillo para no tocarnos. Aquella noche no podíamos dormir. Nos encontramos en la cocina: tú buscabas en la nevera inclinando tu espalda desnuda y descarada; yo intentaba llevar el vaso de agua a mi boca que temblaba. Me preguntaste sobre el examen y te dije que sí, mirabas mis labios. Pero llegó tu hermana abriéndose paso entre nosotros y nos lo robó.


Texto: Dácil Martín

No recuerdo tu nombre

NO RECUERDO TU NOMBRE tus ojos sí, negros, vivos, que me seguían atravesando mi espalda hasta hacer tambalear mis movimientos. Aquella noche me quedé en tu casa, invitada por tu hermana que se creía la voz de mi conciencia. Ella me recordaba continuamente que yo tenía novio, y que tú te casabas en poco tiempo. Supongo que lo notó, que escucharía el latido de nuestros corazones cuando estábamos cerca el uno del otro, o vería como resbalaban nuestros cuerpos por las paredes de los pasillos para no tocarnos. Hacía calor y saber, que dormías cerca de mi habitación, espabilaba mi vigilia. Me levanté, fui a la cocina, y apareciste buscando algo en la nevera, me diste la espalda que se inclinaba desnuda y descarada. Mis manos temblaron al llevar el vaso de agua a mis labios y no pude beber. Me preguntaste algo sobre el examen y yo te dije que sí, mirabas mi boca, pero llegó tu hermana abriéndose paso entre nosotros y nos robó el beso.


Texto: Dácil Martín

Perro Aristocrático y maricón

Apareció una tarde en la puerta de casa siendo muy joven. Nunca había imaginado que un perro pusiese ser aristocrático y también maricón. Pero maricón con clase. Nos ganó a toda la familia y se enemistó con el resto del barrio. Todo lo que no le oliera a la familia era objeto de sus mordidas por lo que los vecinos acudían con premeditación y planificación a zurrarle cada noche, pero siempre salía airoso de tales envestidas. Era un perro de porte mediano, de cuerpo fibroso, de maneras elegantes, marrón de pelo corto. Era fino hasta el punto de que nunca se le vimos cagar, tampoco nunca supimos donde iba a mear, ya estuviera días encerrado. Tenía normas propias, ninguna impuesta, ninguna atadura, Trosqui –que era como le llamamos- era un aristocrático de buenas formas. Bohemio, nunca pudimos controlarlo, burlaba cualquier cadena o correa que le poníamos, porque su cuello era más ancho que su pequeña y maquiavélica cabeza, por lo que ninguna atadura de perro convencional se le resistía. Era tan exquisito que jamás le vimos comer, comía –imaginamos- únicamente cuando se quedaba solo. Jamás se abalanzó sobre la comida, como su especie. Era tan celoso de su independencia que saltaba desde varios pisos de altura en busca de su libertad, aunque le costara cojear varios días, era de goma, no se partía. Nos trajo muchos problemas con la vecindad y con los perros de la vecindad. El nunca discutía, todos venían a discutir con él, no era un perro de palabras, del silencio pasaba a la acción. Nunca lo escuchamos ladrar. Tuvimos que colocarle un bozal, pues nos convertimos en habituales del juzgado por sus andanzas, aunque el perro vivía casi siempre en la puerta de casa, los vecinos daban por hecho que era nuestro, no sabían que Trosqui nunca tendría dueño. El bozal no fue para él un freno, se enfrentaba a todos, sin importarle el tamaño del adversario. Nunca retrocedía ante nada. No era porque no supiera quitarse el bozal, combatía y se enzarzaba con cualquier perro incluso con el bozal puesto, creo que para hacernos el gusto y tenernos contentos, pues se lo quitaba cuando le parecía, no importaba todos los artilugios que ideamos (candados, sogas, alambres…) para mantenérselo puesto. Todo le sobraba. Trosqui desaparecía de casa y de la calle cada cierto tiempo y volvía al cabo de las semanas flaco y magullado, se iba de aventuras, nosotros decíamos que se iba de putas, pero un día descubrimos que era maricón, al perro que no mordía se lo follaba. Un día desapareció y no ha vuelto.


Texto: Francisco Concepción Alvarez

Perro Aristocrático y maricón

Apareció una tarde en la puerta de casa siendo muy joven. Nunca había imaginado que un perro pusiese ser aristocrático y también maricón. Pero maricón con clase. Nos ganó a toda la familia y se enemistó con el resto del barrio. Todo lo que no le oliera a la familia era objeto de sus mordidas por lo que los vecinos acudían con premeditación y planificación a zurrarle cada noche, pero siempre salía airoso de tales envestidas. Era un perro de porte mediano, de cuerpo fibroso, de maneras elegantes, marrón de pelo corto. Era fino hasta el punto de que nunca se le vimos cagar, tampoco nunca supimos donde iba a mear, ya estuviera días encerrado. Tenía normas propias, ninguna impuesta, ninguna atadura, Trosqui –que era como le llamamos- era un aristocrático de buenas formas. Bohemio, nunca pudimos controlarlo, burlaba cualquier cadena o correa que le poníamos, porque su cuello era más ancho que su pequeña y maquiavélica cabeza, por lo que ninguna atadura de perro convencional se le resistía. Era tan exquisito que jamás le vimos comer, comía –imaginamos- únicamente cuando se quedaba solo. Jamás se abalanzó sobre la comida, como su especie. Era tan celoso de su independencia que saltaba desde varios pisos de altura en busca de su libertad, aunque le costara cojear varios días, era de goma, no se partía. Nos trajo muchos problemas con la vecindad y con los perros de la vecindad. El nunca discutía, todos venían a discutir con él, no era un perro de palabras, del silencio pasaba a la acción. Nunca lo escuchamos ladrar. Tuvimos que colocarle un bozal, pues nos convertimos en habituales del juzgado por sus andanzas, aunque el perro vivía casi siempre en la puerta de casa, los vecinos daban por hecho que era nuestro, no sabían que Trosqui nunca tendría dueño. El bozal no fue para él un freno, se enfrentaba a todos, sin importarle el tamaño del adversario. Nunca retrocedía ante nada. No era porque no supiera quitarse el bozal, combatía y se enzarzaba con cualquier perro incluso con el bozal puesto, creo que para hacernos el gusto y tenernos contentos, pues se lo quitaba cuando le parecía, no importaba todos los artilugios que ideamos (candados, sogas, alambres…) para mantenérselo puesto. Todo le sobraba. Trosqui desaparecía de casa y de la calle cada cierto tiempo y volvía al cabo de las semanas flaco y magullado, se iba de aventuras, nosotros decíamos que se iba de putas, pero un día descubrimos que era maricón, al perro que no mordía se lo follaba. Un día desapareció y no ha vuelto.


Texto: Francisco Concepción Alvarez

Alejandro Casanova comparte “su exilio” en obras de gran formato


Casanova en el exilio’ da título a la exposición que la Obra Social y Cultural de CajaCanarias instalará a partir de este jueves 12 de marzo en su Sala de Arte Juan Cas de La Laguna. La instalación, recoge una quincena de óleos de gran formato y varias composiciones de cerámica plana, en las que el artista Alejandro Casanova describe sus vivencias en Tenerife, desde que abandonó su Valencia natal hace poco más de dos años.

Esta serie supone para el artista un punto de inflexión en su carrera, ya que a pesar de la extensa producción artística con la que cuenta a sus espaldas, había dejado de lado la pintura por un tiempo para dedicarse a la investigación y a la fotografía.
Casanova afirma sentirse plenamente identificado dentro de la corriente figurativa, un estilo que “considero está volviendo a resurgir después de haber estado un poco denostado en los últimos tiempos. Creo que la figuración todavía tiene mucho que decir y que la materia todavía tiene muchas cosas que contar”.

Alejandro Casanova comparte “su exilio” en obras de gran formato


Casanova en el exilio’ da título a la exposición que la Obra Social y Cultural de CajaCanarias instalará a partir de este jueves 12 de marzo en su Sala de Arte Juan Cas de La Laguna. La instalación, recoge una quincena de óleos de gran formato y varias composiciones de cerámica plana, en las que el artista Alejandro Casanova describe sus vivencias en Tenerife, desde que abandonó su Valencia natal hace poco más de dos años.

Esta serie supone para el artista un punto de inflexión en su carrera, ya que a pesar de la extensa producción artística con la que cuenta a sus espaldas, había dejado de lado la pintura por un tiempo para dedicarse a la investigación y a la fotografía.
Casanova afirma sentirse plenamente identificado dentro de la corriente figurativa, un estilo que “considero está volviendo a resurgir después de haber estado un poco denostado en los últimos tiempos. Creo que la figuración todavía tiene mucho que decir y que la materia todavía tiene muchas cosas que contar”.

 
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