viernes, 23 de octubre de 2009

90 años y como un chaval


Llevo toda la vida sin prestarle atención a Mingote y menos a su obra, pero cada domingo cuando compro el ABC me deslumbra la publicación de su viñeta/obra/ilustración de este niño lúcido de 90 años que es Mingote, en la revista XLSemanal.


¡Con noventa años y trabajando!... ilustrando a la antigua usanza, con creyones, rotuladores (seguro que son cariocas) y lápiz. Con trazos rápidos y certeros, sin apenas retoques y menos digitales. Donde otros con su edad ya marcharon o apenas pueden sostener un vaso entre sus dedos, él ilustra con sus dibujos toda una editorial. Mingote no solo destaca como figura de la ilustración, también como crítico de esta sociedad y experto en la ironía.
Esperemos que este deslumbramiento que he tenido por su obra en estos últimos meses dure muchos años. Está muy lúcido.

jueves, 22 de octubre de 2009

Cárcel de poco peso

Siempre he sentido admiración por la idea de Google de cambiar su logo con motivo de algún acontecimiento destacable. Así que a partir de ahora empezaré una nueva sección sobre "esferas" en La Esfera Cultural. Aviso, por si te pasas habitualmente por aquí y te encuentras el blog invadido por esferas. No te preocupes ya iras entendiendo...





Mantenía su personalidad, en una cárcel de cristal. 





Con carceleros de aristas fortalecidas y de uniforme llamativo. 





Guardianes de pensamiento contrario, de pensamiento envolvente pero solo en su apariencia. Ciertamente no le durarían una vuelta. El peso de su personalidad la conocemos aquellos que somos de otra estirpe.






Una tapita, solo una tapita


Vivía para comerse el mundo. Nada lo saciaba. Su capacidad para digerir crecía por días.  Pisaba fuerte, sin tratar de apabullar a nadie, nunca lo pretendió, pero sufría cohabitando con los débiles que no volaban y que se conformaban comiendo solo una racioncita de la vida. Él creía volar, creía que las distancias eran infinitas y también su capacidad. Tanto mundo quiso comer que se indigestó. Se veía venir. Una indigestión dañina le paró su vuelo y se rompió los besos contra el piso. Ahora come poco y solo pequeñas porciones, su estómago le pidió el divorcio… descubriendo que antes devoraba sin degustar. Entendiendo que se puede vivir sin comerse el mundo, subsistiendo y disfrutando de pequeñas tapitas. ¿O tal vez ahora no le queda otra?


Pura lástima

Tu mirada es una pura lástima, y si hicieses el intento de reírte de ti misma, no quiero ni imaginar como defraudarías al espejo. Es que, por más que quisiera, no olvido a tus padres cuando se tambaleaban en la calle mientras intentaban introducir la llave en la cerradura de tu casa, ni a ti, -pequeña y frágil niña-, que junto a ellos esperabas callada con el uniforme y la maleta colgados de tu cuerpo de pajarillo abandonado. Tal vez esa sonrisa que muestras ahora, en tu cara pálida y amarga, sea el indicio de estar enamorada de un chico de tu clase. No, no es que quiera arrebatarte la verdad de esta efímera dicha tuya, y a la que te aferras por vivir al fin un sueño. Seguro que  te las arreglas sola, y no te usa ni te arroja el chico que te gusta, ni los otros más viejos. No me hagas caso, es mi mente que la cree vagar en los halos del futuro, quiero equivocarme. No me mires cuando te cruces en mi camino, sigue, sigue, vive tus sueños. 

  Dácil Martín

miércoles, 21 de octubre de 2009

¡Al Abortaje!

Las ratas soplan antes de morder. Sueltan un aliento cálido que adormece, que engaña, como los curas. De hecho no veo muchas diferencias entre las ratas y los clérigos cristianos. Unos soplan antes de morder y otros soplan antes de violar. Pasan la manita sobre el niño de turno y los padres consienten. No hay problema, aquí está a salvo de sí mismo, sólo se masturbará si nosotros se lo pedimos. Sólo será un gran hijo de puta si nosotros se lo enseñamos. Sólo se contaminará con nuestra basura, la del resto del mundo ni la olerá, no le importará. Los pobres son más pobres si los miras de frente, si te pones a su altura, pero desde arriba no es lo mismo, no los hueles. Nuestro Señor viste de oro y seda y tiene la nariz taponada (...)
Artículo de opinión
El Extranjero (JRamallo)

martes, 20 de octubre de 2009

Cutrelux



Cuando el humo de un cigarro atraviesa mierda de siglos sobre la mesa de un bar,
se crea un arcoiris.

Y lo tienes a mano.

Y puedes jugar con el efecto soplando hacia otra dirección el humo en tus pulmones.


lunes, 19 de octubre de 2009

Hablar menos

Resistir y sumar. Hablar menos y escribir más. Hablar menos y escribir más.
No dejar que el monstruo me domine. No ignorarlo. No olvidarlo. Sólo hacerle saber quién manda. La violencia no está bien vista, pero sé que debo ser tan fuerte por fuera como por dentro. Si vienes con palabras te contestaré con palabras. Si tu puño me señala, los míos se llenarán de ganas, de venas. La violencia no está de moda, pero somos violentos y nos comemos y yo voy a estar listo para el banquete.
Resistir y sumar. Hablar menos y escribir más. No me gustan los niños ni las buenas personas que se creen buenas personas. Las buenas personas no existen porque no hablan, sólo hacen lo que tienen que hacer y se quedan mudas el resto de sus vidas, por eso no reciben premios, porque no venden nada.
No me gustan las cruces ni los crucificados. No me gusta dar las gracias ni arrodillarme. No me gusta el amor de la multitud de violadores. Si vienes de frente te miraré a los ojos. Si por la espalda, mátame, porque a las lagartijas les vuelve a crecer la cola.
Resistir y sumar. Hablar menos y escribir más. Hablar menos y escribir más.

Cada mes tiene un Dios

Los dioses fueron caprichosos. No es extraño que de sus caprichos sexuales hayamos crecido a su imagen y semejanza. Pero los dioses son además manipuladores y no nos ponen sogas al cuello - eso si acaso depende de un Dios único - Sólo tienen ovillos de sedas y lanas con los que hacerse titiriteros. En un mes de calor quizás se usa la lana más gorda y en el frío la seda más fina.
Todo dependerá de su antojo, que será el mío, para poder manejarte alguna mañana de imprevisto. Tú aceptarás el movimiento que te obligo a mostrarme y danzaremos torpes, blanco del capricho de los dioses que cada mes se divierten a costa nuestra.

domingo, 18 de octubre de 2009

Antony and the Johnsons: inclasificables

Me voy a permitir hacer una recomendación: Antony and the Johnsons, un grupo a descubrir, si es que no lo conoces aún. Si alguna vez has escuchado sus creaciones seguro que no te ha dejado indiferente. 

Música difícil, imposible de clasificar, barroca, compleja, melódica, grandilocuente, orgánica, con acompañamientos de violonchelo y violín dignos de una orquesta de cámara y un omnipresente piano.


Las composiciones y ejecución de Antony Hagerty, líder, compositor, cantante, pianista y alma del grupo son una experiencia que va más allá de lo auditivo. 

Se ha dicho que su voz a veces se parece a la de Nina Simone, pudiera ser. Sin embargo, su registro de voz se acerca por momentos al de Elvis, por momentos al de un poderoso Tom Jones en estado de gracia.

Con sus álbumes: Antony and the Johnsons, I Am a Bird Now, The Crying Light, Antony Hagerty y sus Johnsons merecen un lugar preeminente en la música indie con aspiraciones de altura.




Crítica: Ana Joyanes

y después

… Y después, entre el follaje gris y azul, que se retuerce en el aire de la habitación hasta agotarse y sucumbir, mi mano se hunde en el mar sereno y castaño de tu pelo liso que baña mi pecho. Mi cuerpo, prisionero de tus abrazos y herido por tus pezones afilados, se rinde acorralado por tus piernas, que trepan desde los pies de la cama, después de la batalla. “¿Por qué hacer el amor y no la guerra si podemos hacer las dos cosas?” –Te pregunto en el silencio roto por un suspiro, mientras cae una lluvia de cenizas sobre la sabana empapada, con sus pliegues cabalgando al ritmo de la respiración. Es ésta la imagen más intensa; la que más me gusta de ti. Escondidos del tiempo y de todos sin importarnos nada más que estar, permanecer, casi morir. Poco a poco las manos se mueven sobre la piel, como los cangrejos tras el temporal, resbalando por tu espalda; las tuyas, sobre mi vientre, pronto se pierden en busca de algún naufragio, para saquear sus tesoros. Ajeno a ello, apago el cigarrillo en el cenicero, que se balancea sobre la cama, para luego coger la cerveza y, antes de beber, pienso en tu sonrisa, esas líneas de tus labios sobre las que cuelgan mi existencia, mi felicidad. Siempre necesito verla, imaginármela, inventarla. “Tu sonrisa a cambio de un trago” –te soborno. Tú levantas la cara y yo te miro, y tu cara no es tu cara, y cierro los ojos para verte, para besarte.

 
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