domingo, 26 de abril de 2009

Paddle




Ella me compró los tenis, el pantalón y la camisilla con sistema equarea. Yo le digo como soltar la derecha y como pegar el revés; he visto hacerlo muchas veces en la tele, muchas más que ella.
La pelota sale disparada, salta la red metálica y cae sobre el capó de un coche grande, muy limpio y con los sillones de piel. Se acaba nuestra hora de alquiler en la pista de césped artificial.
Nos quitamos el sudor con jabón natural de vainilla, nos ponemos las Rayban Aviador y nos vamos al corte inglés. Ella elige el pan y los volovanes -de salmón para mí y de berros para ella-; yo cojo la cerveza de importación y el jamón de Bellota, 135 gramos de lujoso cerdo. Mouse de queso fresco y té inglés para el postre.
Después, siesta con tapones los dos, y paja con mamada para mí. A ella hoy no le apetece follar pero sí ver mi cara de recién corrido.
Vamos al cine en la última sesión, nada de cena y a dormir con besos de buenas noches buscando la mañana del domingo; mañana de periódicos y suplementos, de Brunch con vino blanco y tranquilidad…
y sé que debería sentirme bien, afortunado, pero juego mal al Paddle y la libertad queda muy lejos de aquí.

J Ramallo

1 comentarios:

Ana J. dijo...

Buena reflexión sobre la insatisfacción.
Como la vida misma: nada es perfecto.
Tal vez una buena cena y un polvo a dos mejore el panorama.

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