
Nadie dudó en descargar allí unos cuantos miles de toneladas de chatarra importada. Allí crecerían los centros de fundición de metal fuertes y seguros. Las aguas del río podrían arrastrar los vertidos negros junto a los cadáveres de los peces y los humos espesos y las brumas ácidas podrían mezclarse con las nubes y llover veneno en otros lugares o sobre sus propias cabezas. Junto a la chatarra de un mundo mejor podría llegar una legión de campesinos sin futuro ni posibilidades. A ellos no les importaría trabajar dieciocho horas al día, comer hortalizas con dibujos de calavera y respirar aire de química extraña. Cobrarían un poco más que

2 comentarios:
Ana, no nos cuentes relatos chinos, esas cosas no suceden.
Chatarra, basura, travesías en cáscaras de nueces, talleres repletos de niños cosiendo balones de reglamento o calzado deportivo... la esclavitud moderna.
Ya no se recoje algodón ni se navega encadenados en las bodegas: el mundo se ha modernizado. ¿O no?
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