jueves, 2 de julio de 2009

Ruta 69


Al hombre de negocios le gusta Led Zeppelin, así que el strip tease que llevan a cabo las dos brasileñas y el cubano está resultando casi ridículo. Stairway to heaven a todo reventar contra las paredes del garito y el hombre de negocios que se levanta y se pone a bailar, enajenado, con los brazos en alto, soltándose la corbata, las gafas resbalando con el sudor por su nariz; arrítmia en estado puro. Los otros dos, sentados en el sillón de piel negra, no paran de reír mirando la escena. Las convulsiones hacen que el líquido salga de sus copas y baje mojando sus antebrazos.
-Mira a ese pedazo de cabrón cómo se mueve -dice el alcalde con la boca pastosa-, ¡qué fenómeno!
-Sí, menudo lote tiene el hijo de puta, devuelve el concejal haciendo un esfuerzo por parar su risa.

El sonido de la guitarra aumenta y las luces brillan sobre los cuerpos morenos cada vez más desnudos. Las dos putas y el puto, antes de salir a la pequeña pista de baile a ofrecer sus servicios, se untaron el cuerpo con un líquido gelatinoso y brillante. Ahora son como pollos morenos desplumados y barnizados dando vueltas, danzando, bufones que esperan su ración de muerte. Y entre ellos el niño tonto de la fiesta, que con los ojos cerrados intenta darle a la piñata con un palo. El mismo niño tonto que de mayor se hizo rico, y por tanto, poderoso.
Termina la canción y el hombre de negocios recoloca sus gafas, se sube el pantalón, da una palmada en un culo, y se dirige de vuelta al sillón haciendo una seña para que bajen un poco la música. Los pollos morenos se acercan sudorosos y ocupan su lugar en el sillón mágico; ahora se escuchan los grititos de Robert Plant algo más bajos que antes.
El hombre de negocios bebe con ansiedad de su copa y la deja de nuevo sobre la mesa de cristal, cerca de la bolsa de coca.
-Oye, hombre de negocios, ¿por qué no quitas esta mierda de música y pones algo decente? -pregunta el alcalde.
-¿Decente?, creo que esta noche va a ser complicado encontrar algo decente aquí dentro.

Je, je, je, se ríen los tres.

-Dime qué quieres que ponga y ya está -continua diciendo el hombre de negocios con la mano de nuevo en un culo.
-Abba coño, Abba me gusta –responde el alcalde.

En la entrada del local sólo un coche aparcado. Dentro, un hombre gira la cabeza y suelta el humo mientras juega con un móvil; la radio cuenta historias de gente que no duerme, y el hombre sonríe cada tres o cuatro minutos. Fuera está su compañero, con la espalda apoyada en la puerta del coche y los brazos cruzados, la pistola le molesta y tiene frío, pero está pensando en algo importante y el aire fresco le ayuda; es el mayor de los dos…
El Ruta 69 hoy está cerrado para el resto, para los otros, los mediocres, sólo ellos viven esta noche. La humanidad entera se desvanece pero ellos no, ellos no son iguales, ellos son importantes, diferentes, mejores.


2 comentarios:

Ana J. dijo...

Sabe, huele, suena a novela negra en estado puro.
Dentro, los ojos pican con el humo, fuera, el tío del coche y la pistola se esfuerza por oír si un coche a toda velocidad entrará derrapando para acribillarlos en un ajuste de cuentas.
Las calles de Chicago... ah, no, no es Chicago, sino Santa Cruz.
¿En qué estaría yo pensando?

Anabel dijo...

Buena descripción del ambiente y los personajes. Me has dejado con ganas de más... entiéndaseme.

Volveré a por más.

Anabel, la Cuentista

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