- Cariño.. ¿Me lees?
- ¡Claro que te quiero!
- Si, pero ya nunca me lo dices.
- Que si te quiero. Sabes de sobra que te quiero.
- Pero dímelo. ¡Dime que me lees!
- ¡Te quiero!
- No me lo creo… No sabes ni de que va mi último post. Ni tu me lees.
Texto: Francisco Concepción Alvarez
6 comentarios:
No sé por qué me siento identificada...
Bueno, son cosas que pasan y que hay que tomarlas con humor: a mi pareja le encantan las motos y a mí no. Estamos empatados.
Saludos,
Anabel, la Cuentista
Siempre buscamos la aprobación, el comprobar lo que ya sabemos. Arriesgándonos a escuchar y que nos escupan lo que no queremos aoir.
Se puede leer en las arrugas el libro de la vida, y en las manos lo que no se dice. Somos capaces de leer la mente. Cuántos tipos de lectura hay entonces. Sin embargo, los que escribimos seguimos empeñados en unir palabras para sentirnos más vivos. ¡Ah! se me olvidaba, los míos tampoco me leen.
Vaya, me alegra saberlo...
Me lees?
Ahora?!!...??
No, ahora no. Luego tampoco.
Saludos!
Lasosita, si que te leemos, ¿que sería de nosotros sin lectores como tu? Nos engrandece tus comentarios y opiniones.
jajajaja! plas plas plas plas!!! (un aplauso) MUY BUENO!
Seguro que estás leyendo a otro... no me mientas, te he visto con el periódico.
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