Los poemas, los putos poemas que te hicieron acercarte.
Tápame con las marcas de amor
que dejé en tu cuerpo.
Vistámonos con ellas y salgamos
a la calle para lucirlas.
Antes de que se borren
o no sepa distinguir de entre todas,
cuáles fueron mías.
Los restantes trescientos versos que nos separaron despidiéndonos en alcohol y besos.
Los besos sucios.
¿Quién quiere besos asépticos? Tú no. Ni yo.
6 comentarios:
Yo tampoco los quiero.
Saludos,
Anabel, la Cuentista
Lo atrayente de la novedad, de lo singular. El rechazo de la monotonía de las repeticiones, de versos en serie...
Alcohol y a por otra relación que alimente la poesía, o a cultivar el desamor para romper y que salga el poeta llorón y lastimero que todos llevamos dentro.
Ni besos asépticos ni poetas llorones.
Una buena ración de pasión y desenfoque, algo que me remueva el alma y las tripas. Eso quiero yo.
Al final, todos nos desnudamos.
No me convence.
De hecho, lo eliminé de mi página.
Espero más sensatez y calidad aquí, mía.
Gracias.
Púlelo.
La idea es buena y lo que sugiere también.
Bueno, es una sugerencia
Buen poema y genial idea, la de vestirse con las marcas de amor, aunque no sean las tuyas.
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